La RFEF va a por todo en la organización del Mundial del 2030, donde España acogerá su gran segunda cita mundialista tras la celebrada en 1982. Una organización que en esta ocasión, tal y como concedió FIFA el pasado mes de diciembre, lo hará de la mano de Portugal y Marruecos.
Cinco años quedan aún para esta gran fiesta del fútbol, período durante el cual se va a acabar de perfilar el reparto de responsabilidades, las sedes definitivas y qué estadios acogerán los grandes encuentros del torneo. Empezando por la gran final y el encuentro inaugural. Y por todo esto la RFEF acaba de hacer un nombramiento clave.
La bomba de María Tato aceleró todo
Para explicarlo hay que retroceder al pasado 26 de marzo, cuando salió a luz conversaciones de la Comisión del Mundial 2030 de la RFEF y donde parecía que Vigo no fuera una de las once sedes finales presentadas por España no respondía a criterios objetivos. Comisión compuesta entonces por María Tato, Jorge Mowinckel y Fernando Sanz. Ese mismo día, la RFEF, con su Secretario General a la cabeza, Álvaro de Miguel, explicaron que la clave por la que Vigo se quedó fuera se debió a unos factores que se fueron aplicando durante todo el proceso de candidatura. Y que fueron los que determinaron la clasificación final.
Por un lado, estaba el Factor A, referido al proyecto técnico con un peso ponderado del 40%. Un Factor B de operatividad del 15%, el factor C, relativo de estructura financiera del 15%, y el factor D, conforme a la dotación de ciudades con un 30%. Dentro del Factor A se incluyen varios subfactores: nivel de intervención, sostenibilidad medioambiental, calendario de ejecución y capacidad del estadio.
Y dentro de este nivel de intervención había cuatro puntuaciones: Cinco puntos para cuando exige la construcción del estadio, diez puntos si el estadio exige una amplia remodelación, quince puntos para una obra menor y veinte donde sólo requiere adaptación al acontecimiento para el día del encuentro. Es decir, adaptar el estadio a las exigencias de FIFA para el día del encuentro. Según el informe elaborado por los responsables de la candidatura, había dos estadios, como Anoeta en San Sebastián y Cornellá en Barcelona, que tenían una puntuación de 15 sobre 20 en este nivel de intervención, pero finalmente se les da 20 porque la intervención era mínima. Y fue este cambio lo que finalmente provocó que Vigo quedase por detrás y fuera de las once sedes.
La relación final de los estadios, conforme a todos los factores, la acabó liderando el Santiago Bernabéu con 17,4892 por delante del Estadio Metropolitano. El tercero fue San Mamés y el cuarto lugar para el Camp Nou con 15,0892. Cornellá queda finalmente en séptimo puesto con 11,7426, y Anoeta en undécimo lugar con 10,6026. El Estadio de Balaídos, según la información aportada por la RFEF, acabó en duodécimo lugar con una valoración final de 10,6026. Ese mismo día María Tato, que era la única que para entonces seguía en la Comisión, fue cesada en su cargo. Ya antes había sido cesados Fernando Sanz y Jorge Mowinckel.
Vacío el cargo hasta este martes
Un cargo que ha estado vacío hasta que este martes la RFEF anunciaba a través de su presidente Rafael Louzán al nuevo responsable de la candidatura de España, o mejor dicho, la organización. Se trata de Eduard Dervishaj, conocido en el mundo del fútbol como «Edi». Un nombramiento que es un órdago en el mundo federativo y en el mundo de la UEFA y FIFA. Un movimiento estratégico y muestra evidente de que van a luchar por todo desde España. Eduard Dervishaj cuenta con más de 35 años de experiencia en el fútbol internacional dentro de FIFA, UEFA y la Federación Albanesa de Fútbol, de la que fue secretario general entre 1992 y 1997 tras ejercer como entrenador y jugador del Dinamo de Tirana
En 1997 Eduard Dervishaj comenzó a ejercer como director del departamento de Relaciones Institucionales y Proyectos Internacionales de la Real Federación Española de Fútbol, responsabilidad que mantiene en la actualidad, junto a su labor en los organismos y competiciones internacionales. Cargo que ahora va a compatibilizar con este nuevo nombramiento para el Mundial 2030. Si uno observa su trayectoria en estos últimos casi 30 años, destaca su labor como «Top Manager del Departamento de Licencia de Clubes de UEFA» y especialmente haber sido el líder del proyecto de la final de la Champions femenina 2020, del proyecto de las finales de Champions League en España del 2010 y 2019, o colíder del proyecto Certificado del Sistema de Gestión de Calidad para la RFEF en el 2008.
Además, colaboró en su momento en la preparación del «Reglamento RFEF de Licencia de Clubes para competiciones UEFA» emitido por la Real Federación Española de Fútbol y en el «Sistema de Licencia de Clubes de UEFA», 2001-2003. A todo este enorme peso en la RFEF y en UEFA se suma su trayectoria en FIFA, donde entre 2017 y 2019 formó parte del «Monitoring Committee para la Federación Griega de Fútbol» encargado de la supervisión de la administración y las operaciones de dicha federación. Estamos hablando de una figura reconocida en las dos grandes instituciones del fútbol mundial. Empezando por FIFA; encargada de la organización del torneo mundial.
Incrementar el número de sedes
Será por tanto quien desde ahora se encargue de toda la gestión para España de este Mundial 2030, donde hay dos grandes temas encima de la mesa: el asunto de las sedes y los estadios que acogerán estas grandes citas. En cuanto a lo primero, once son las sedes que España presentó en el «Bid Book» el pasado mes de julio ante la FIFA. Se trata de Madrid (Santiago Bernabéu y Metropolitano), Bilbao (San Mamés), Barcelona (Camp Nou y Cornellá), Sevilla (Estadio de la Cartuja), Las Palmas (Estadio de Gran Canaria), Málaga (Estadio de la Rosaleda), Zaragoza (Estadio de la Romareda), La Coruña (Estadio de Riazor) y San Sebastián (Estadio de Anoeta). A esto se suma las seis sedes de Marruecos y las tres de Portugal.
Nadie mejor que Eduard Dervishaj para intentar negociar con FIFA que España pueda tener las anheladas trece sedes con la demanda que están reclamando Valencia y Vigo. Una decisión que está en manos del máximo organismo del fútbol mundial donde está además un español al que conoce perfectamente «Edi». Se trata de Emilio García Silvero, director de la División de Servicios Jurídicos y Cumplimiento de la FIFA, y con quien coincidió en la RFEF durante la etapa de Silvero como asesor jurídico de la Real Federación Española de Fútbol. Mejor interlocutor imposible desde la propia Federación para intentar conseguir este anhelo de sedes para el 2030.
El Bernabéu, sede de la final del Mundial
Y otro de los órdagos que están ahora mismo en el tablero organizativo es el estadio que acogerá la final del Mundial. Inicialmente, nada hacía dudar que sería el Estadio Santiago Bernabéu de la capital de España. Pero desde hace unos meses está sobre la mesa la amenaza del futuro estadio de Casablanca «Hassan II». Ahora mismo es un proyecto faraónico que quiere contar con 115.000 espectadores y que Marruecos lo quiere convertir como su gran apuesta para ser el feudo donde se cierre el torneo mundialista. Y también aquí el papel y la diplomacia de «Edi» puede ser capital en la decisión final del máximo organismo del fútbol.
Repudiado por Rubiales en 2021
Ejemplo evidente del peso que tiene actualmente en UEFA y FIFA lo tenemos ayer mismo en la Liga de Campeones. Eduard Dervishaj fue el delegado de UEFA en la segunda semifinal que anoche el PSG y el Arsenal en el Estadio del Parque de los Príncipes de París. Curiosamente este valor potencial de «Edi» fue menospreciado y repudiado por el expresidente de la RFEF, Luis Rubiales. En enero del 2021, sin explicación objetiva alguna y después de apartarle de sus funciones, la acabó echando del estamento federativo. Al frente de su departamento puso a uno de los amigos más cercanos del expresidente y sin experiencia internacional alguna, José María Mora. La llegada de Pedro Rocha a la presidencia federativa –y especialmente el nombramiento de Álvaro de Miguel como Secretario General de la RFEF– agilizaron el regreso de «Edi» al estamento federativo. Desde ahora es una pieza capital en el gran proyecto del fútbol español. Un órdago evidente que España luchará por todo para el verano del 2030.